El 5 de abril, la Comunidad de Sant'Egidio en Buenos Aires realizó en la Iglesia de San Ildelfonso la oración por la paz para Ucrania, con la participación del eparca ucraniano en Argentina, Mons. Daniel Kozlinsky.
A continuación reproducimos sus palabras durante la predicación.
Predicación de Mons. Kozlinsky (Eparca de los ucranianos de Argentina)
Cuando vemos y leemos las noticias sobre guerras, revoluciones, violencia, corrupción, robo; inmediatamente viene de todas las personas de buena voluntad, el deseo por la paz en el mundo.
Nada más normal, porque todo el mundo debe mirar hacia el futuro con esperanza y el deseo de que los males, tragedias, muertes no nos acompañan a lo largo de nuestra historia.
¿De donde puede venir la paz? ¿Cómo nos imaginamos la paz?
En uno de los mensajes por ocasión del Día Mundial de la Paz, de oraciones por la paz en el mundo, que la Iglesia celebra cada año el 1 de enero, el Papa Benedicto XVI nos ha recordado las promesas de Jesús que hemos escuchado en el Evangelio: "Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9). Él, Jesús vino como el Príncipe de la Paz, nos invita a ser instrumentos activos de la paz. En la liturgia de la fiesta de la Navidad del Señor, en el rito bizantino, se canta la profecía de Isaías: "Un Hijo nos ha sido dado... Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz". San Pablo nos enseña: "Porque él es nuestra paz", que vino en el nombre del Dios de la Paz para reconciliar a la humanidad con Dios y entre si. La paz no es el producto de magia, pero de actitudes consistentes y esfuerzo de todos y cada uno.
Rezamos hoy por la paz. La paz en el mundo. La paz entre los pueblos. Entre las naciones. ¿Cuántas guerras, cuántas luchas por la propia soberanía?.
Representamos hoy, en este día de oraciones por la paz, la patria de nuestros padres, la Ucrania. Todos somos testigos de los acontecimientos en este país en los últimos meses. ¿Por qué se originó todo este conflicto? Para entender, debemos leer un poco la historia de este país. Esta historia comienza con la llegada del cristianismo, que tiene su vértice en el año 988, con el bautismo del príncipe Vladimiro y todo su pueblo. Una nación que creció viviendo la fe. Por su tierra fértil y las dificultades de la defensa, porque en casi toda su totalidad es un país de llanura, siempre ha sido codiciado por otros pueblos, que invadieron y destruyeron ciudades y aldeas. Esta historia está viva en el pueblo ya que desde el siglo XVI, la Ucrania es un país dominado por los emperadores rusos en su parte oriental y por países europeos, en las regiones occidentales.
Las dificultades aumentaron con la llegada del poder soviético en el último siglo, las invasiones, la dominación, la destrucción por la guerra (fue uno de los países que más sufrieron durante la segunda guerra mundial). El gobierno soviético provocó, durante los años de 1932-34, en los tiempos de la reforma y la colectivización de la agricultura, una hambruna artificial, -el Holodomor - con la muerte de millones de ciudadanos y deportación a Siberia y otras regiones de Rusia. Para poblar nuevamente la región, el gobierno soviético transporto para las tierras de Ucrania una nueva población, todos los descendientes de la etnia rusa. Al mismo tiempo, exterminaron con los líderes intelectuales de Ucrania, sobre todo en el lado occidental, rusificando la sociedad entera: la prohibición del uso de la lengua materna en las escuelas y lugares públicos. Todo esto está muy vivo en la mente de nuestro pueblo.
Con los límites de la libertad civil, política e intelectual, también surgirán las persecuciones religiosas. En toda la Unión Soviética, una sola iglesia y fe, la Iglesia ortodoxia, dirigida por el Patriarcado de Moscú. Las iglesias que no aceptaron pertenecer al Patriarcado, fueron consideradas ilegales. Todos sufrieron, sobre todo la Iglesia Greco Católica Ucraniana, que en 1945/46, fue declarada oficialmente extinta por el gobierno. Sus obispos, los sacerdotes y los fieles tenían que reconocer la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú. A medida que los obispos y sacerdotes no reconocieron esto, fueron arrestados y deportados, a menudo a los campos de concentración y trabajos forzados en Siberia.
Todo esto está muy vivo en los ciudadanos de este país, que recuperó su independencia y soberanía en 1991. A partir de entonces, la gente comenzó a sentir el aire de libertad, organizándose como un país libre e independiente. La población puede volver a profesar públicamente su fe en su propia Iglesia: se organizó, entonces, la Iglesia-institución. El mundo ortodoxo, siguiendo, en parte, con el Patriarcado de Moscú (la mayoría), un nuevo patriarcado surgió en la ciudad de Kiev, el patriarca Filaret, y los cristianos ortodoxos del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.
Los católicos, la Iglesia del rito Latino y la Iglesia Greco Católica Ucraniana. Todas las Iglesias en conjunto mantienen una gran relación y diálogo, con la excepción del Patriarcado de Moscú.
La situación se complicó únicamente con la realidad de los regímenes políticos, especialmente con el último presidente, Viktor Ianokovitch, con claras tendencias para el mundo de la antigua Unión Soviética, sino precisamente con la Rusia de Putin. El detonante de todo, ocurrió cuando el presidente no firmó el tratado de cooperación con la Unión Europea, ya aprobado por el Parlamento de Ucrania.
Todo esto generó un clima de descontento entre las personas que salieron a las plazas a protestar. Todos sabemos cómo terminó. Hoy, un nuevo gobierno con una pesada herencia del pasado y sobre todo el peligro que rodea las fronteras, con el poderío ejército ruso y el firme propósito de sus gobernantes para conquistar no sólo la Crimea, pero también parte del sur y oeste del territorio de Ucrania, hermosas tierras que han sufrido la mayor parte de la hambruna artificial en los años 30, y que fue reasentado por las poblaciones rusas.
¿Cuál el futuro? El sentido común de los gobernantes y que el mundo sepa respetar los deseos de cada nación.
¿Y la función de la Iglesia? Podemos decir que la plaza de Maydan se convirtió, durante las jornadas de protesta, en un gran santuario, con la continua presencia de la Iglesia, con la excepción del Patriarcado de Moscú. Las iglesias se abrieron para dar cobijo a todos. La presencia de los sacerdotes en la plaza era constante. Preguntado por la presencia de la Iglesia, dijo nuestro Arzobispo Mayor: la Iglesia no es un partidaria, pero siempre debe ser junto de su pueblo.
La población vive en una gran ansiedad, porque todo es posible a los vecinos del norte. Sin embargo, es un país que busca promover la paz y creo que eso es lo que cuenta. En su mensaje a los jóvenes para el Día Mundial de la Juventud, el Domingo de Ramos, nuestro Arzobispo Mayor advierte a todos a estar atentos y, sobre todo, fiel a Dios y al país. Son momentos difíciles que se vive, es la nuestra Jerusalén. Debemos pasar a través de Jerusalén para obtener la resurrección.
Lo que la Iglesia proclama a todos:
La verdadera paz en este mundo ya es posible para cualquier persona que tiene fe en Dios.
El fundamento último y el apoyo inquebrantable de la paz es el mismo Dios; y quien está firme en Dios puede ser instrumento de esperanza y perseverante en la paz. El Dios de la paz viene en ayuda de todos los constructores de la paz y los reconoce como sus hijos: "ellos serán llamados hijos de Dios".
La paz también requiere la superación de hábitos y estilos de vida que comprometen contra la convivencia pacífica: el egoísmo y el individualismo, la insensibilidad delante a las necesidades y sufrimientos de los demás; y requiere el cultivo de actitudes positivas como la solidaridad, la bondad, la capacidad de perdón y reconciliación, la gratuidad en el servicio de los demás, especialmente a los más necesitados.
Es necesario buscar la paz con perseverancia e idealismo: la paz es posible, pero depende de una cultura de paz, que surge y se desarrolla a través de un proceso de educación, que envuelve todas las personas y agentes de la vida social: instituciones políticas, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones culturales, educativas, religiosas... Esto es lo que la Iglesia quiere pasar sus fieles en la actual Ucrania. Creo que estas son las formas de vivir de verdad las bienaventuranzas del Evangelio. Todos estamos comprometidos con esta misión. Que el Dios de la paz sea siempre presente a iluminar, por medio del Espíritu Santo a todos a seguir firmes en la construcción de un mundo mejor para todos. |