El periódico Avvenire titula acertadamente en primera página "Las catacumbas de Alepo" y dedica el editorial del director Tarquinio al estado de abandono que sufre aquella ciudad mártir de Siria, obligada a vivir bajo tierra por miedo a los bombardeos que están terminando de destruirla. Es necesario que aumente el número de personas que no quieren aceptar que toda una población quede abandonada a su suerte. Estamos ante una guerra devastadora, que hace más de tres años que dura, y ante esta situación la palabra más adecuada es "vergüenza". Vergüenza de la comunidad internacional que no ha sido capaz hasta hoy de hacer todo lo posible para poner fin a las masacres de una ciudad símbolo de milenaria convivencia entre religiones y culturas distintas, lugar de cultura y de arte con el mayor número de cristianos de Oriente Medio.
Vergüenza también de una opinión pública europea y occidental que está demasiado distraída preocupada para poderse preocupar de los miles de muertos y los miles de desplazados. Los datos de Amnistía Internacional sobre los civiles asesinados por las bombas provocan miedo y recuerdan que en el punto de mira del terror hay iglesias, mezquitas, mercados, hospitales y escuelas, es decir, lugares que representan la vida de una ciudad.
La Comunidad de Sant’Egidio invita a recuperar el llamamiento "Save Aleppo" que lanzó hace un año Andrea Riccardi, con miles de firmas de apoyo a favor de un canal humanitario para socorrer a la población y abrir espacios para la paz: que sea la base de una actuación urgente de la comunidad internacional. No hacer nada o esperar demasiado antes de actuar equivale a dejar morir de abandono a Alepo. Se trata de una propuesta que ha contado con el apoyo, apenas hace una semana, de los máximos representantes de las Iglesias orientales, durante la primera cumbre intercristiana sobre "¿Cuál será el futuro de los cristianos en Oriente Medio?", organizado por Sant'Egidio y por la archidiócesis de Bari. Fue una conferencia internacional en la que participaron representantes de los gobiernos europeos, como el ministro de Exteriores italiano Paolo Gentiloni, el secretario de Relaciones con los Estados del Vaticano, Paul Richard Gallagher y, por la Conferencia Episcopal Italiana, el secretario Nunzio Galantino, que recordó que es "urgente y vital no rendirse" ante esta continua masacre.
No abandonemos a Alepo, hagamos lo posible para que se pongan en marcha las propuestas de una protección internacional y de canales humanitarios para que al otro lado del Mediterráneo se abra un espacio para la esperanza.
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