Las imágenes de los refugiados que cruzan el Mediterráneo en barcas o que emprenden el camino a través de los Balcanes en los últimos meses han tocado el corazón de la opinión pública europea. Junto a las tragedias, hay historias de acogida y solidaridad que se han sucedido desde el verano. En Trieste la Comunidad de Sant'Egidio está en primera línea para recibir y ayudar a los refugiados, cuyo número en estos últimos años ha aumentado, comunicando a la ciudad el valor y el sentido de la acogida hacia quien huye buscando la paz.
Han sido historias de amistad con los solicitantes de asilo que están por la calle, cerca de la estación central o en locales abandonados y silos, donde hace ya tiempo viven unos cien jóvenes provenientes sobre todo de Afganistán y de Pakistán. Allí les hemos encontrado. Necesitaban sobre todo zapatos y linternas. Cada vez hemos preparado para cada uno una bolsa con su nombre, la talla de zapatos y las cosas necesarias, para que el reparto fuera más personal. Gracias a la ayuda generosa de muchos pudimos recoger todo lo que necesitaban: ropa, mantas, zapatos, productos de higiene personal y linternas.
Ante la emergencia de los refugiados que buscan ayuda, se puede encontrar una respuesta que haga de Trieste una ciudad solidaria y acogedora. También es importante la colaboración con muchos amigos pakistaníes que estudian en la escuela de lengua y cultura italianas de Sant'Egidio, que han ayudado en el trabajo de la Comunidad para acoger a los refugiados. Uno de ellos, Sony, un joven pakistaní perseguido por motivos religiosos y que perdió a toda su familia y por eso decidió abandonar su país, al finalizar el encuentro nos dijo: "Estoy muy contento, los amigos de la escuela de italiano me han ayudado mucho, hoy aquí me siento en familia". La solidaridad es contagiosa: él mismo decidió hacer una fiesta de cumpleaños para un niño gitano y su familia que viven en la calle.
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