El 3 de noviembre, por invitación de la Comunidad de Sant'Egidio, la iglesia de San Esteban de Praga reunió a muchos sin techo, junto a jóvenes y religiosos, para recordar a todos los amigos que han muerto por la calle en este tiempo.
Presidió la liturgia el arzobispo de Praga, el cardenal Dominik Duka, que invitó a todos a tomar conciencia de que el Señor nunca nos abandona. La felicidad –dijo– consiste en saber que Dios nos acompaña siempre, incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida.
Las velas que se encendieron mientras se recordaba el nombre de cada amigo muerto, y las flores que el arzobispo bendijo y que se repartieron al final de la liturgia fueron el signo visible del amor y de la cercanía del Señor que no olvida a nadie y una invitación para que todos se ocuparan de quien es pobre, está solo o es refugiado. |