Esta mañana ha salido de la sede de la Comunidad de Sant’Egidio de Abiyán un fuerte llamamiento por la paz en Costa de Marfil, contra todo tipo de violencia política y social, la víspera de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del próximo domingo, un momento muy delicado para un país que ha vivido ocho años de guerra civil.
El Grupo de Washington, nombre del grupo que se creó por invitación de la Comunidad hace seis meses entre los principales líderes religiosos del país (cristianos y musulmanes), junto a los principales representantes de la sociedad civil, lanzó una solemne "Declaración de paz", proponiendo a los dos participantes en la contienda electoral (el actual presidente Laurent Gbagbo y el ex primer ministro Alassane Dramane Ouattara) que llegaran a un "Acuerdo de garantías" que preveía el respeto de los resultados de las urnas, la seguridad y el derecho de continuar la actividad política tanto para el vencedor como para el perdedor y la renuncia a toda acción violenta postelectoral, en defensa de toda la población marfileña que en este momento considera la paz como el bien más precioso y que hay que ayudar a crecer.
En la “Declaración de paz” los líderes religiosos invitan a la Comunidad de Sant’Egidio, “que siempre ha sabido ser un apoyo del proceso electoral hasta la resolución de la crisis, a través de su mediación y sus buenos oficios, que continúe en sus esfuerzos por alcanzar la paz en Costa de Marfil”.
Los últimos acontecimientos en la situación política de Costa de Marfil
Costa de Marfil está viviendo días importantes para su renacimiento democrático y para el futuro del país, considerado el motor económico de África Occidental. Bloqueados por ocho años de guerra civil y por una violencia difusa que ha afectado a varias capas de la sociedad y ha dividido a la nación entre norte y sur, el próximo domingo los marfileños volverán a las urnas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a las que concurren el actual presidente Laurent Gbagbo, en el cargo desde el año 2000, y Alassane Dramene Ouattara, ex primer ministro a inicios de los años 90, al final de la era marcada por la figura de Houphouet Boigny, el líder africano que gobernó Costa de Marfil desde 1960, año de la independencia del país.
Desde septiembre de 2002, inicio de la crisis política y militar, la Comunidad de Sant'Egidio –que cuenta con una significativa presencia en la capital, Abiyán, y en otras muchas ciudades marfileñas– ha llevado a cabo un precioso trabajo de mediación para restablecer la paz en el país. Un Estado que, tras 40 años de paz se sintió "herido" en su orgullo de nación "faro" de la región y dividido en dos entre el norte, ocupado por las Fuerzas Nuevas, y el sur gubernamental. El trabajo por la paz, que en marzo de 2007 llevó a los acuerdos de Uagadugú (la capital del vecino Burkina Faso) ha continuado hasta la actualidad acompañando las fuerzas sociales y políticas a las primeras elecciones realmente democráticas del país.
Desde el escrutinio de la primera vuelta, que se celebró el pasado 31 de octubre, la sede de la Comunidad de Sant'Egidio, en el barrio de Treichville, en el centro de Abiyán, ha sido un punto de referencia para crear una “red de paz” que protegiera al país de la tentación de la violencia y de un retorno a lógicas de áspero y belicoso enfrentamiento. El instrumento de esta iniciativa ha sido el "grupo de Washington", que toma su nombre de la capital federal norteamericana donde la Comunidad reunió hace seis meses a los principales líderes religiosos del país (pertenecientes a las distintas confesiones cristianas y a los musulmanes) para sellar un pacto en defensa de la paz y para lanzar un fuerte llamamiento que llegara a los políticos y a toda la sociedad civil.
Desde el 20 de octubre el Grupo de Washington, del que forman parte, entre otros, el arzobispo de Abiyán, obispos protestantes junto a los principales imanes del país y a representantes de la sociedad civil, decidieron crear un “Comité de vigilancia y de mediación" en Treichville, pidiendo a la población que notificaran en la sede de la Comunidad de Sant'Egidio, donde está presente permanentemente el Comité, los eventuales episodios de violencia que se pudieran producir en el país, para así poder intervenir rápidamente para calmar la situación a través de las autoridades religiosas y civiles locales.
El Comité de Vigilancia y de Mediación está activo también estos días para evitar toda forma de violencia las horas precedentes y posteriores a la delicadísima segunda vuelta del 28 de noviembre.
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