El sábado 29 de octubre en la centralísima Place de la Nation de Uagadugú más de mil fieles cristianos y musulmanes se reunieron para realizar el primer encuentro en el “espíritu de Asís”. Eran más de mil fieles que se encontraban para recordar en la capital de Burkina Faso el XXV aniversario de la gran Oración por la Paz impulsada por Juan Pablo II, aceptando la invitación de la Comunidad de Sant'Egidio y del arzobispado a celebrar un evento en comunión con la visita de Benedicto XVI en la ciudad de san Francisco.
Antes de la invocación común por la paz, cada religión rezó en lugares separados. Los cristianos, provenientes de toda la ciudad, se reunieron en la catedral para posteriormente ir a la Place de la Nation en procesión. Lo mismo hicieron los musulmanes al final de su oración. Tras llegar a la plaza en una procesión conjunta los líderes religiosos subieron al palco y, acompañados por cantos, pronunciaron su mensaje de reconciliación y de esperanza para el futuro. Un llamamiento dirigido al mundo entero, pero también a este país de África occidental marcado en los últimos meses por fuertes tensiones sociales que se suman a unas condiciones de gran pobreza para buena parte de la población. Solo hay que pensar en su situación geográfica (franja del Sahel) y en el fuerte fenómeno de la emigración en los países vecinos, empezando por Costa de Marfil.
Saludando a todos los participantes, Henry Ouedraogo, de Sant’Egidio, se erigió en portavoz de la gran necesidad de paz de los pobres amigos de la Comunidad, desde los niños de la calle hasta los presos: “A la globalización de la economía no le ha seguido la de la justicia y la solidaridad”. Pero “los creyentes pueden construir día a día una nueva civilización, la civilización de la convivencia”.
El arzobispo de Uagadugú, monseñor Philippe Ouedraogo, recordó las etapas del camino en el “espíritu de Asís” en todos estos años y se centró en la responsabilidad de cada persona en construir la paz: “Todos somos responsables de la paz y del futuro del mundo. Y no debemos parar hasta que no haya paz a nuestro alrededor, en Burkina y en todo el mundo. La paz no es una utopía: es un sueño y una esperanza”.
El Mogho Naaba Baongho, jefe tradicional de los mossi (habitantes de la región), habló de un “día histórico” e invitó a la población de Burkina a redescubrir su "tradición de paz, hospitalidad y estabilidad".
El imán de la Gran Mezquita de Uagadugú, Sana Aboubacar, insistió en las oportunidades que tiene el país de trabajar por la reconciliación: “En Burkina Faso tenemos una oportunidad única, la de unir la pluralidad étnica y lingüística con la pluralidad de las religiones. Siempre hemos vivido en harmonía unos con otros y no unos contra otros”.
La ceremonia prosiguió cuando firmaron el llamamiento de paz común, que algunos niños entregaron a las autoridades civiles locales, y cuando encendieron el candelabro que sostenía las velas de todas las religiones, esperanza de un mundo en el que las diferencias contribuyan a unir y no a dividir. Cerró la ceremonia un gran abrazo en señal de paz entre los líderes religiosos y los numerosos fieles que estaban en la plaza.
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