Más de 100 sin techo, en la iglesia de Demeevka de Kiev, recordaron con un servicio litúrgico a Mila y a muchos de sus amigos fallecidos en la calle por el hielo, las enfermedades o la violencia. Es el séptimo año que en Kiev la Comunidad de Sant’Egidio promueve la celebración de una oración de este tipo.
Desde el inicio de la ola de frío en Ucrania han muerto casi 150 personas, la mayoría sin techo. Por desgracia, el número sigue creciendo.
Estos días de febrero la Comunidad de Sant’Egidio de Kiev intenta estar especialmente cerca de las personas que duermen por la calle, y reparte cada noche comida caliente, te, ropa de abrigo y medicamento.
En un mes de frío se han repartido más de 2.500 raciones de alimentos, unos 250 sin techo han recibido ropa y medicamentos, tres de ellos han podido volver a casa, a sus regiones de origen. Muchos habitantes de Kiev se han unido a las iniciativas de ayuda: algunos llevaron ropa de abrigo, otros aportaron su tiempo y repartieron la comida con nosotros. Han sido especialmente activos y generosos los estudiantes universitarios, demostrando un sentido de responsabilidad y ausencia de indiferencia hacia los que estos días fríos nos piden una preocupación particular.
Explica Iura Kifanse, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio de Kiev: “La tradición de hacer una oración por aquellos que han muerto en la calle empezó en 2006, cuando Mila, con quien nos unía una amistad de varios años, murió de frío en la calle. Era una mujer gitana rom que había llegado a Kiev con su familia desde Transcarpacia, para trabajar. En el período de más frío la echaron de la casa que había alquilado y en la que vivía con sus hijos, cerca de Kiev. Logró dejar a los niños con algunos parientes, pero ella se quedó en la calle. La primera noche que dormía en la calle, en el centro de la ciudad, murió congelada. La muerte de Mila para nosotros fue un revulsivo: ¿cómo podíamos ayudar a sobrevivir a las personas que en Kiev no se pueden defender por sí solas? El único camino es la solidaridad, el apoyo y la compasión hacia aquellos que tenemos a nuestro alrededor. Mila habría sobrevivido si aquella noche alguien simplemente se hubiera preocupado por ella, sin pasar de largo con indiferencia. Su muerte es un reproche para cada uno de nosotros”.
Este año, por primera vez, la oración por los difuntos en memoria de Mila y de los que han muerto en la calle, tuvo lugar en una iglesia ortodoxa, cuyos sacerdotes ayudan desde hace tiempo espiritual y materialmente a los sin techo. el padre Pavel, el párroco, dijo: “Las personas no mueren congeladas en el campo o en el bosque, sino a treinta metros de casas con calefacción. ¡Estos treinta metros no permiten superar la indiferencia humana! El acto de hoy se ha convertido en una ocasión de crecimiento espiritual para las personas. Los parroquianos agradecen poderse unir a una obra buena".
Para los pobres esta oración por los difuntos ha sido una ocasión especial para orar por sus difuntos, amigos y parientes, en un ambiente amigable, sintiendo el calor de un ambiente familiar en este día frío. Están agradecidos por la atención y por la premura que reciben. “Gracias porque no os olvidáis de nosotros, porque con vosotros nos sentimos necesarios, porque vosotros estáis con nosotros en los momentos más difíciles de nuestra vida”, dijo Svetlana, de sesenta años, que vive en la calle desde hace más de diez años.
Al finalizar la oración todos recibieron la bendición del sacerdote y el icono del rostro de Jesús. Y tras la oración los parroquianos prepararon un almuerzo para todos los asistentes. Nadie se fue con hambre, todos quedaron saciados en el alma y en el cuerpo.