GÉNOVA - El domingo 13 de octubre, en el Salón de Representación de Palazzo Tursi, se hizo la ceremonia de entrega de certificados de la Escuela de lengua y cultura italiana de la Comunidad de Sant'Egidio. Doscientos estudiantes de las escuelas del centro histórico y de Sampierdarena recibieron los certificados de los distintos niveles, según el Marco Común Europeo QCER. Además se entregaron también 32 certificados CELI, en colaboración con la Universidad de Perugia.
Pero fue sobre todo la ocasión para afirmar, una vez más, que el camino de aprender la lengua italiana se ha cruzado en estos años con el de la amistad y de conocer a los demás, convirtiéndose al final –palabra y amistad juntas– en el camino maestro por el que caminar con muchas personas.
"La paz –dijo en su intervención Soleiman, de 34 años, y sudanés de Darfur– hay que construirla día a día porque es demasiado preciosa como para perderla. Se puede construir la paz, pienso, a través del encuentro, conociendo a los demás y dialogando con todo el mundo. Si uno está cerrado en sí mismo, por el contrario, empieza a pensar mal de los demás y a ser desconfiado, antipático, y crecen los prejuicios y la enemistad".
Elizaveta, estudiante moldava, añadió que "aprender la lengua italiana ha sido importante y me ha servido para hacer amistad y conocer a otras personas, para superar mis límites y la idea de que los demás son extraños y al final tienen que estar lejos de tu vida".
La ceremonia fue una gran ocasión para la ciudad para conocer y comprender mejor las vidas y las historias de muchos inmigrantes, acogiéndolos simbólicamente en la sala más hermosa del Ayuntamiento, el Palazzo Tursi. Por eso intervinieron muchas personas: las concejalas Carla Sibilla (Cultura), Elena Fiorini (Legalidad y derechos) y Paola Dameri (políticas sociales e inmigración), el dirigente de la Oficina escolar provincial Rosaria Pagano, y el primer dirigente de la Oficina de extranjeros de la Prefectura y el presidente del Centro Primo Levi.
"En vuestra escuela –dijo en su saludo el presidente de la Fundación para la Cultura del Palazzo Ducale, Luca Borzani– la gratuidad que la caracteriza se convierte en un don para todos y ese es un signo de gran esperanza, un producto más bien raro hoy en nuestro mundo, aunque muy necesario. Así pues, deseo no solo que los nuevos ciudadanos sean pronto italianos, sino que todos juntos lleguemos a ser nuevos italianos y con nosotros puedan renovar nuestras ciudades".
Entre los estudiantes que recibieron el certificado había muchos jóvenes que van a la escuela de Sampierdarena. Mihaela y Rodrigo, en nombre de sus compañeros, explicaron la importancia de haber aprendido la lengua italiana y también de las visitas a la residencia para ir a encontrar a un grupo de discapacitados, con los que han entablado una gran y profunda amistad.
"La escuela –dijo para terminar Claudio Bagnasco, de la Comunidad de Sant'Egidio– es un lugar de trabajo cotidiano y paciente para dar un instrumento indispensable para conocerse e integrarse. La cultura de la amistad es una visión en este tiempo nuestro, sin sueños y sin perspectivas y estar juntos, ante todo para estudiar, pero sobre todo para entender cómo orientar la vida, ayuda de manera sustancia a la "civilización de la convivencia", es decir, a construir una casa común en la que todos puedan hacer su preciosa aportación".
Al finalizar la ceremonia los estudiantes del movimiento "Universidad solidaria", de Sant'Egidio, ofrecieron un refrigerio y organizaron la fiesta final –multicolor y llena de música– para felicitar a todos los estudiantes y "acogerlos" simbólica y calurosamente en la ciudad.
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