Buenos Aires (AICA): Representantes de diversos credos participaron este miércoles en la catedral metropolitana de la XVII edición de la Oración en Memoria de los Mártires y Testigos de la Fe de nuestro tiempo, que organiza la Comunidad de San Egidio. La ceremonia fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, quien en su homilía dijo que la fe, la generosidad, el seguimiento y el servicio fueron virtudes de estos hombres y mujeres, y pidió la gracia de poder seguir su ejemplo. Hubo cantos e himnos, se encendieron velas al nombrar a los mártires que derramaron su sangre por su fidelidad al Evangelio en los diferentes continentes, se rezó el Padrenuestro y hubo un abrazo de paz.
Representantes de diversos credos participaron este miércoles en la catedral metropolitana de la XVII edición de la Oración en Memoria de los Mártires y Testigos de la Fe de nuestro tiempo, que organiza la Comunidad de San Egidio.
Andrea Poretti, de la Comunidad de San Egidio, recordó que de esta oración participó el entonces cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, quien, aseguró, pide que esta memoria no se pierda y no caiga en el olvido de los creyentes.
La ceremonia fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, quien en su homilía subrayó el legado de los mártires y destacó el testimonio de los mártires de los primeros siglos de la Iglesia, que la hicieron crecer como nunca en su historia y en el número de sus seguidores.
El purpurado enumeró que la fe, la generosidad, el seguimiento y el servicio fueron virtudes de estos hombres y mujeres, y pidió la gracia de poder seguir su ejemplo.
“Tomando el deseo del papa Francisco de recordar a los mártires de hoy, agregaría también, a los mártires que dieron la vida enseñando el Catecismo, a los mártires que enseñan la Doctrina Social de la Iglesia, hay que sumarlos también por la justicia, por haber hecho causa con la vida de los pobres, como dice la ‘Evangelii Gaudium’, también forman parte del tesoro de los mártires. Que el Señor nos conceda el seguirlo, el servirlo, y, si se nos pide más, llegar al ‘don del martirio’”, subrayó.
Entre cantos e himnos, la ceremonia tuvo un momento conmovedor cuando se escuchó los nombres de los mártires que derramaron su sangre por su fidelidad al Evangelio en los diferentes continentes; en cada nombre el coro cantaba el kirye eleyson (Señor ten piedad) y se encendía una vela en su recuerdo.
Luego de la lectura de los nombres de los mártires -entre ellos los que murieron en Siria, República Centroamericana, Irak, China, Turquía, Pakistán, etc.- se ingresó una cruz por cada continente.
También elevó una oración monseñor Tarasios, arzobispo Ortodoxo Griego de Buenos Aires y toda Sudamérica, y el padre Atanasio, de la Iglesia Ortodoxa Griega de Antioquía, leyó un mensaje del metropolita Siluan Muci, quien no se encontraba en el país.
Al final, se rezó el Padrenuestro, hubo un abrazo de paz y el cardenal Poli y monseñor Tarasios bendijeron juntos a los presentes.
Entre los representantes ecuménicos participaron, además de Tarasios y del padre Atanasio, el pastor David Calvo, de la Iglesia Luterana Unida; el padre David George, de la Iglesia Anglicana; el doctor Sergio Bacigalupo, de la Asociación Cristiana de Jóvenes.
Entre los asistentes había también representantes diplomáticos de los consulados de Bélgica y de Italia, de la Junta Directiva de la Confederación Argentina de Religiosos y Religiosas (Confar), el vicepresidente de la Acción Católica Argentina, Rafael Corso; el abogado Juan Gregorio Navarro Floria, del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (Calir), los presbíteros Fernando Giannetti y Omar Di Mario, de la Comisión Nacional de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso; los doctores Luis Saguier Fonrouge y Aureliano Landamburu, de la Secretaría de Culto de la Nación, y un representante de la Dirección de Culto del Gobierno de la Ciudad.
