Oscar Arnulfo Romero fue nombrado arzobispo de San Salvador, la capital de El Salvador, el 22 de febrero de 1977. Tres años más tarde fue asesinado en el altar. Era el 24 demarzo de 1980. El tiempo que ha pasado desde aquella muerte violenta ha magnificado la leyenda de Romero. Aun así, la suya sigue siendo una figura controvertida y cargada de polos opuestos: profeta y subversivo, mártir y revolucionario, hombre de Iglesia y hombre de política, pastor de almas y agitador callejero. Todo ello responde a la reconocida grandeza del personaje, y no a una memoria histórica pacificada.Aparentemente, Romero fue un mediador, un ?tercerista?, un defensor de la tercera vía católica entre socialismo y capitalismo. Pero también se podría afirmar lo contrario. Hay documentos que avalan una y otra tesis. Lo cierto es que siempre mostró la mayor disponibilidad para el encuentro y el diálogo. Mientras estuvo en vida, El Salvador no se precipitó a la guerra civil. Tras su muerte, al desinflarse su trabajo de pacificación, estalló la guerra.¿Quién fue realmente Romero? ¿Qué lugar ocupa en la historia? Para comprenderlo hay que salir de los enfoques ideológicos de su biografía, navegar en ?la baja temperatura de la historia?, e intentar entender su humanidad. Sólo así pueden comprenderse los motivos de su creciente popularidad y el eco universal de su muerte, y el haber despejado estos misterios es uno de los logros mayores de Roberto Morozzo della RoccaLibro indispensable, Primero Dios es una historia de vida, y también un tratado donde se esclarecen las relaciones de la religión con la política y la ética y se retrata la sociedad de un tiempo despiadado. Un tiempo que fue el de las más crueles dictaduras en América Latina, ante las cuales Monseñor Romero fue un modelo de resistencia y valor.