Comunità di Sant'Egidio - Napoli 2007 - Per un mondo senza violenza - Religioni e Culture in dialogo Comunità di Sant'Egidio - Napoli 2007 - Per un mondo senza violenza - Religioni e Culture in dialogo
 

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Comunit� di Sant'Egidio

23/10/2007 - 09:30 - Sala Calipso - Stazione Marittima
PANEL 32 - Per un mondo senza violenza: la responsabilit� delle religioni giapponesi

Nobuo Nagao
Denominazione Tenri Kyo, Giappone

Ante todo, quisiera manifestar mi sentimiento de profundo agradecimiento a Dios por otorgarnos la oportunidad de dedicar una oraci�n por la paz con todos los participantes de diversas religiones del mundo reunidos en esta hermosa ciudad de N�poles.

Adem�s, siento placer y orgullo por tener la oportunidad de dar una conferencia en este lugar tan maravilloso. Quisiera agradecer de todo coraz�n a la Comunidad de San Egidio, organizadora del encuentro y a las personas relacionadas a esta celebraci�n. Much�simas gracias.

Pues bien, habi�ndoseme encargado un tema tan importante como es �La responsabilidad de las religiones japonesas�, me gustar�a dar mi punto de vista al respecto, conforme a la ense�anza de Dios Padre-Madre, transmitida por la Fundadora de Tenrikyo. Les pido que me acompa�en hasta el final.

Antes de partir de Jap�n, mientras investigaba sobre N�poles en la Internet, encontr� el comentario de un viajero japon�s que hab�a visitado esta ciudad, y dec�a: �Hay que visitar N�poles antes de morir.�

Estoy convencido de sus palabras ya que al ver la hermosura del mar, del cielo y del verdor, y al ser una ciudad excepcionalmente bella y con una historia que se remonta hasta �pocas anteriores a Cristo me siento profundamente conmovido.

Asimismo, conoc� el hecho de que esta ciudad tiene una historia de conflictos duros y tristes entre pa�ses, razas y gente, tal como otras ciudades del mundo. Me di cuenta de que el poder apreciar tranquilamente este lindo paisaje y patrimonios culturales hist�ricos es posible porque esta ciudad es actualmente pac�fica y sin conflictos.

Sin embargo, si nos fijamos en la situaci�n actual, no podemos decir que reine la paz en el sentido verdadero. A nuestro alrededor, siguen ocurriendo delincuencias y habiendo violencia y discordia entre los familiares, el matrimonio y los padres e hijos o incluso con los vecinos. En Jap�n, tambi�n, los peri�dicos y los canales de televisi�n tratan diariamente diversas noticias lamentables, producto del menosprecio de la vida humana. Me aflijo mucho cada vez que me entero de noticias de casos de homicidios en familias donde los padres matan a sus propios hijos y los hijos a sus padres.

Para colmo, si dirigimos una mirada m�s amplia hacia el mundo, como sabr�n todos los aqu� presentes, no hay momento en el que no haya guerras y conflictos en el mundo, ya sea entre razas, pa�ses, etc. Es verdaderamente una l�stima. Esta es la raz�n por la que estamos reunidos en esta ocasi�n.

La Fundadora de Tenrikyo nos ense�� que Dios Padre-Madre, quien es el del Origen y de la Realidad, cre� a la humanidad con la intenci�n de vernos llevar una vida plena de alegr�a y felicidad y compartir con nosotros su alegr�a.

Como Dios es nuestro verdadero Padre-Madre, nosotros somos hermanos entre s�. �Cu�nto pesar y tristeza sentir� Dios, quien es Padre-Madre de la humanidad, al ver la imagen de hermanos que se odian y se matan entre s�?

Los seres humanos existimos originalmente para vivir alegres ayud�ndonos mutuamente. �Por qu� los hombres pelean y no extermina con la violencia tanto a nivel individual como internacional?

Es seguro que esto se debe a que la humanidad no es consciente del significado de la creaci�n humana y su objetivo. Este mundo fue creado por Dios Padre-Madre y en �l todos los seres vivos, incluidos los humanos, estamos siendo vivificados por Dios.

�D�nde reside la prueba de que los seres humanos existimos como tales? El punto clave es nuestro coraz�n. S�lo a los seres humanos se nos otorga un coraz�n que puede usarse libremente. En otras palabras, se nos concede la libertad de usar el coraz�n.

No es que el Dios del Origen creara a unos robots que no poseen ninguna intenci�n. Se nos ha regalado un coraz�n tan maravilloso que, en los momentos alegres, podemos compartir juntos dicha alegr�a y, en los tristes, podemos compartir juntos tal tristeza.

Dios desea que madurando espiritualmente y paso a paso a trav�s de repetidas reencarnaciones, construyamos por iniciativa propia un mundo pleno de alegr�a y felicidad.

Sin embargo, este coraz�n es muy dif�cil de manejar. Inconscientemente nuestro coraz�n toma un buen rumbo, pero a veces lo usamos erradamente.

Si todos los hombres pudi�ramos conocer el verdadero significado de la creaci�n humana y corregir diariamente nuestra propia disposici�n espiritual y acciones, no habr�a ning�n problema. Pero si continuamos tomando mala disposici�n espiritual y acciones, adquiriremos un mal h�bito en nuestros corazones.

La humanidad ha realizado diversas cosas maravillosas desde la antig�edad pero, por otro lado, tambi�n hemos venido tomando una disposici�n espiritual y acciones que no van de acuerdo con el deseo divino. Se puede decir que la imagen del mundo que se nos presenta en la actualidad es una proyecci�n de la historia del coraz�n de nosotros los seres humanos. Adem�s, nuestra disposici�n espiritual y acciones actuales influir�n en el futuro de la humanidad.

Entonces, �ya no podemos volver a la figura original? Los seres humanos, �no podemos realizar la vida plena de alegr�a y felicidad ayud�ndonos mutuamente? Yo creo que s� es posible.

Primero, debemos grabar en nuestro coraz�n que se nos permite usar libremente el hecho de que todos los seres humanos somos verdaderos hermanos. Adem�s, es imprescindible comprender que originalmente todos nosotros los hermanos hemos de respetarnos y ayudarnos mutuamente y en armon�a. Es necesario transmitir a las personas que todos debemos cultivar el coraz�n y relacionarnos mutuamente para que, partiendo de las personas pr�ximas como esposos, padres e hijos y hermanos, todas personas del mundo podamos disfrutar de la vida plena de alegr�a y felicidad.

A pesar de esto, ante los conflictos y guerras que vienen ocurriendo en el mundo, nos puede parecer que es imposible de realizar. Pero yo puedo imaginar un mundo pleno de alegr�a y felicidad, la figura abrigada por la fundadora de nuestra religi�n. Ella, comparando este mundo con un racimo de uvas, dijo: �Todas las personas del mundo tienen que unirse con un coraz�n redondo como estas uvas.� Estoy seguro de que, si cada uno cultiva su coraz�n dentro del marco de sus relaciones humanas, y su hogar y comunidad se viven pac�ficos y en armon�a como un globo, vendr� sin duda el d�a en que estas diferentes esferas, uni�ndose en una, formen un mundo pleno de felicidad.

Estoy convencido de que es importante pedir primero a nuestro Dios Padre-Madre del Origen por la paz de todo el mundo. Debemos orarle no para nosotros mismos sino por la salvaci�n del pr�jimo y por el apaciguamiento de los corazones de todas las personas que est�n peleando.

Al mismo tiempo, todos y cada uno de nosotros que conocemos el significado y el prop�sito de la vida humana, a trav�s de diversos asuntos que se nos presentan a nuestro alrededor y en el mundo, hemos de reflexionar sobre nuestro propio coraz�n, eliminar los malos h�bitos del coraz�n y esforzarnos diariamente para poder obtener un coraz�n afectivo y redondo, como lo desea Dios.

Para poder llegar a un mundo pleno de felicidad en el que Dios y los hombres compartamos la alegr�a nosotros, los que conocemos la voluntad divina, tenemos que pensar en los dem�s con un coraz�n sincero, transmitir el deseo divino de coraz�n a coraz�n, orar juntos y poner en pr�ctica la ayuda mutua. Creo que el extender con firmeza tales actos de orar y el c�rculo de las pr�cticas es, precisamente, un corto camino para expulsar la violencia y llegar a una imagen original.

Oremos aqu� por la paz del mundo, deseando la felicidad de todas las personas del mundo. El desarrollar tales oraciones y pr�cticas es una labor importante para nosotros los que creemos en el Dios del Origen y de la Realidad. Adelantemos juntos nuestros pasos con miras a un mundo de paz.

Much�simas gracias por su atenci�n.