Los más jóvenes de la Comunidad de Sant'Egidio de Ngozi, una pequeña ciudad del norte de Burundi, a pocos km de la frontera con Ruanda, empezaron hace apenas unos meses a acercarse a los ancianos pobres que viven pidiendo limosna cerca de la escuela. Los demás miembros de la Comunidad, adultos y universitarios, les apoyaron en esta amistad. Un sábado tras otro, con las visitas, y también con las fiestas que hacían juntos, entraron en el mundo de los ancianos, pudieron descubrir la situación de necesidad en la que viven muchos de ellos, sus problemas y sus necesidades.
La principal, la de la vivienda. No son pocos los ancianos que se ven obligados a vivir por la calle, sin cobijo ni garantías de ningún tipo. Así pues, ¿por qué no emplear los meses de verano, cuando no hay que ir a la escuela, para dar una casa a los ancianos sin techo?
Toda la Comunidad se ha puesto manos a la obra: colectas para poder comprar la madera y los ladrillos, planificación adecuada, turnos de trabajo: los dos primeros "talleres" ya han empezado, y ya casi han terminado, mientras que otros dos están en vías de terminar. Mientras tanto se cultiva la cultura: los estudiantes de instituto de la Comunidad también han planeado realizar una encuesta sobre los ancianos que viven en las dos colinas que hay cerca de la escuela, para hacer un censo y conocer mejor sus condiciones de vida. |