Un mes después de la canonización de Juan XXIII, que tuvo lugar el pasado 27 de abril, una delegación de las comunidades de Sant'Egidio de Génova, Pavia y Alessandria hicieron una peregrinación a Sotto il Monte, su tierra natal. En un clima de alegría y fraternidad, la visita a los lugares donde se pueden encontrar los pasos y el recuerdo de Angelo Roncalli, fue la ocasión para reflexionar juntos sobre el testimonio de un cristiano y de un papa que, guiado por el Espíritu, abrió el Concilio Vaticano II y abrió la Iglesia al mundo, a los pobres y al Evangelio.
Fue significativo y emocionante el encuentro con el cardenal Loris Capovilla en la residencia de Ca' Maitino. El secretario del papa Juan dibujó un retrato Juan XXIII como buen pastor y hombre del encuentro, alguien que supo estar entre la gente, viviendo humildemente y con pasión la virtud evangélica de la misericordia. Afirmó que con el papa Francisco estamos viviendo un momento grande e importante para la misión de los cristianos: "Nosotros –dijo– no somos guardianes de un museo, sino personas enviadas por Jesús a llevar su buena noticia al mundo entero", saliendo del aislamiento y de la cerrazón. "Por eso –añadió– nació la Comunidad de Sant’Egidio".
Por último recordó el encuentro con la Comunidad en Santa Maria Maggiore (Bergamo) hace veinticinco años y el vínculo de simpatía y oración que ha crecido a lo largo de estos años. Terminó con una oración afectuosa y cargada de esperanza: "Haz, Señor, que estos hombres y estas mujeres sean ejemplares y que se les mire como a uno de los frutos más hermosos de la ciudad madre de Roma que todos amamos". |