Los días 6 y 7 de junio se celebró en Cotabato, en el sur de Filipinas, un gran encuentro por la paz y la reconciliación en la región de Mindanao, organizado por la Comunidad de Sant'Egidio junto al cardenal arzobispo Orlando Quevedo, y en colaboración con la asociación islámica indonesia Muhammadiyah.
"Peace is living together", mas que un título es un programa de trabajo y el compromiso que organizadores y participantes asumieron para que se escriba una nueva página de historia en esta región que durante décadas ha sufrido una sangrienta guerra civil.
Es el primer gran paso después de la firma de los acuerdos de paz del 27 de marzo pasado en Manila, para que estos se concreten gracias a la participación de todas las partes de la sociedad civil y religiosa de la región, para construir juntos un futuro de convivencia pacífica.
Los dos días de debate y diálogo contaron con una numerosa participación, signo de la importancia de este gesto y de la voluntad de paz que hay en todas los componentes religiosos y culturales de Mindanao.
Además de los representantes de la Comunidad de Sant'Egidio, también estaban presentes el arzobispo Orlando Quevedo, y los delegados de la Muhammadiyah, los principales actores del tratado de paz, tanto por parte del Gobierno como por parte del MILF (el frente islámico de liberación de Mindanao) y del MNLF (el otro frente de representación de Bangsamoro).
El congreso también dio voz a grupos locales de diálogo interreligioso, a los representantes de varias corrientes islámicas y de la Iglesia católica.
Es la primera vez en la historia de Mindanao que todos los que, de maneras distintas y en momentos distintos, han aspirado a la paz, se reúnen en un espíritu constructivo para hablar juntos y encontrar un camino común.
Como conclusión del encuentro, más de mil jóvenes, cristianos y musulmanes, entre los que estaban también los Jóvenes por la Paz de Sant'Egidio, hicieron una marcha pacífica por la ciudad y llegaron hasta donde estaban los representantes políticos y religiosos reunidos, llevando simbólicamente a la asamblea el sueño de paz de las jóvenes generaciones filipinas.
El llamamiento final, que leyeron los jóvenes, y que firmaron todos los participantes en el congreso, reza: "Tenemos un sueño: que las nuevas generaciones de este espléndido país puedan descubrir la alegría de vivir juntos en paz. No permitiremos que nadie nos robe este sueño y continuaremos trabajando cada día porque la paz es vivir juntos".
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