Tres años después de la tragedia de Lampedusa, en la primera jornada de Recuerdo y de Acogida, la Comunidad de Sant’Egidio se une una vez más a las familias de las víctimas y a los supervivientes del naufragio que costó la vida a 366 personas. Al mismo tiempo hace un llamamiento para que se aceleren los proyectos que tienen como objetivo salvar a los emigrantes de los viajes de la desesperación: a pesar de la indignación que provocó aquella masacre, la visita del papa Francisco y la movilización de gran parte de las asociaciones y del voluntariado, continúa habiendo muertes en el mar y, en 2016, con cifras jamás alcanzadas: 3.498 víctimas desde el inicio del año (datos del ACNUR), un muerto por cada 42 refugiados que parten desde la otra orilla del Mediterráneo, un porcentaje todavía más alto que el de 2015.
Frente a este dramático escenario reafirmamos que la solución no son los muros, sino, por el contrario, las respuestas de humanidad y acogida que en los últimos meses se han concretado con la puesta en marcha de los corredores humanitarios, impulsados por Sant'Egidio junto a la Federación de las Iglesias Evangélicas y la Mes Valdesa: 300 refugiados sirios ya han llegado desde el Líbano con vuelos regulares y no en barcas, y otros cientos llegarán próximamente. Hay que multiplicar las vías legales que permiten la llegada de los emigrantes en condiciones de total seguridad, para quien viaja y para quien los acoge, y facilitan la integración.
Mientras tanto, en Sicilia, la mayoría de llegadas se han trasladado a Catania, donde la Comunidad de Sant’Egidio continúa acogiendo en los lugares de desembarco y trabajando por una mayor inclusión social, empezando por el grave problema de los menores no acompañados, que también están aumentando respecto al año pasado: solo en Catania 800 desde el inicio de 2016, la misma cifra que se alcanzó a finales de 2015. |