El martes 19 de julio la Comunidad de Kinshasa llevó a la residencia de ancianos sábanas y otro material higiénico y sanitario para mejorar las condiciones de vida de los residentes en el centro, que durante mucho tiempo estuvo en un estado de semiabandono. Fue una ocasión para renovar la fiesta de la reciente visita de la delegación de la Comunidad de Roma.
Todos los ancianos quisieron manifestar personalmente su agradecimiento a la Comunidad.
Alfred, de 105 años, quiso manifestar su alegría invocando sobre la Comunidad la bendición y la protección de Dios: “Que Dios proteja a toda la Comunidad que se acuerda también de mí y de todos los amigos que viven aquí. Estoy feliz de ver que ya no estoy solo como pensaba y que no estoy abandonado".
A Henriette no le salen las palabras: "Es un gran signo de amor por nosotros, sentimos que Dios os ha traído hasta nosotros. Gracias una vez más, vosotros sois la familia que había perdido”.
Los jóvenes de la Comunidad hicieron una fiesta con los ancianos para hacer crecer la amistad y el vínculo que nos hace, también en Kinshasa, una única familia, jóvenes y ancianos juntos, para una alianza entre generaciones que puede cambiar el destino de muchos.
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