Mirar más allá de la crisis
¿Por qué un protocolo de acuerdo para ayudar a Kenia? ¿Tiene sentido en tiempo de crisis para nuestro país? Estas preguntas se plantearon hoy en la presentación del proyecto que une a la Comunidad de Sant’Egidio con organizaciones muy cualificadas y representativas del mundo agrícola y que se propone socorrer a las poblaciones del norte del país africano, víctimas desde hace ya casi dos años de una gravísima situación de emergencia alimentaria.
“En la crisis todos nos sentimos tentados de caminar mirando al suelo –ha dicho Marco Guidi, presidente de Confagricoltura– pero en realidad es el tiempo de mirar más allá, de ensanchar los horizontes”. Rodolfo Garbellini, presidente de ADDA Onlus, la “joven” asociación de jubilados de Confagricoltura –nació hace solo seis años– añadió: “A menudo hay una imagen errónea de quien trabaja en el campo, se la considera una persona que está interesada solo en sus raíces, en su tierra, pero no es así. Incluso los más ancianos están muy atentos a lo que pasa en el mundo”. También Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, reconoció que “estos partners nuestros no se han olvidado de la solidaridad en un tiempo de crisis y eso es alentador, en un momento en el que Kenia está pasando una fase importante de desestabilización para su democracia y sus instituciones”.
Una formula eficaz de intervención
La conferencia de prensa, que se celebró en la sala de la paz de la Comunidad de Sant’Egidio, se abrió con las palabras de Marco Impagliazzo, que dio las coordenadas geográficas y humanas de este gran trabajo: “A pesar de que la prensa haya dejado de informar de ello, la emergencia humanitaria en el cuerno de África continúa y se cobra todavía vidas. Desde el verano de 2011 la Comunidad ha decidido intervenir en dos zonas de Kenia centroseptentrional, parcialmente o totalmente excluidas de la distribución de ayudas: East Pokot, 300 km al norte de Nairobi, y el distrito de North Samburu, en la orilla oriental del lago Turkana, a más de 800 km de distancia de la capital del país. Se trata de áreas que incluyen una población de unas 50 mil personas, en gran parte aisladas, dedicadas a una agricultura de subsistencia o a la cría de ganado, fuertemente dependiente de la disponibilidad de agua. Hasta el momento nuestra ayuda ha permitido repartir más de 100 toneladas de víveres. ”Impagliazzo continuó describiendo las peculiaridades que hacen que la ayuda de Sant’Egidio sea especialmente eficaz: “Quiero subrayar la presencia de nuestras comunidades locales, en la distribución de las ayudas: se trata de personas, mayoritariamente jóvenes, que se ofrecen gratuitamente y voluntariamente y que tienen facilidad de comunicación con la gente del lugar, porque conocen su lengua. Ellos mismos se ocuparon de adquirir los bienes sobre el terreno, de transportarlos y de distribuirlos. Eso permitió evitar desperdicios, dispersiones y retrasos. El otro aspecto decisivo es la sinergia con la Iglesia católica, en particular con la diócesis de Nakuru y las misiones de los Padres de la Consolata. Gracias sobre todo a estos últimos se han podido financiar dos obras importantes: la excavación de un pozo que provee a una población de unas seis mil personas y una escuela primaria para los niños pastores nómada.
Un acuerdo que va más allá de la emergencia
“La agricultura trabaja con los alimentos, con el territorio, es decir, con bienes que tienen un fuerte impacto ético –subrayó Marco Guidi en su intervención–. Tenemos que invertir en un crecimiento equilibrado. Este protocolo de acuerdo con la Comunidad de Sant’Egidio, que tiene una duración trienal, presupone una visión de fondo que va más alá de la emergencia. Nuestro objetivo es también el de sentar las bases para el posterior desarrollo. Pienso en el desafío de practicar la agricultura en terrenos difíciles, como los salinizados alrededor del lago Turkana, con el uso de nuevos cultivos.
Federico Vecchioni, en nombre de Agriventure, filial de Intesa-San Paolo para el desarrollo en agricultura, y de la Fundación Arare, añadió que “hay que reforzar una cultura de la tierra, no solo como productividad, sino también como elemento de la calidad de vida y de la identidad de un pueblo”, evitando el riesgo, hoy muy concreto, de fenómenos de neocolonialismo en la acumulación de tierras. También Marco Impagliazzo recordó que “la disponibilidad manifestada por estos ‘compañeros de viaje’ no consiste solo en los recursos financieros que ofrecen, sino también en el know-how en el sector agrícola, que permite planificar una intervención de miras amplias, que incluye también una aportación técnica al desarrollo de la agricultura en las zonas afectadas.
El proyecto prevé un presupuesto de 90 mil euros e incluye estancias de formación sobre el terreno.
La sociedad civil se moviliza
Alrededor del proyecto hay un despertar de la sociedad civil, tanto en Kenia como en Italia. Lo destacó Impagliazzo cuando recordó que “detrás de la generosa ayuda voluntaria prestada por los jóvenes de Sant’Egidio de Kenia, hay un movimiento espontáneo de recogida de fondos por sms –que se define como “Kenyans for Kenya”– que, al inicio de la crisis alimentaria, permitió recoger sumas ingentes de dinero, a través de un sistema único en su tipo y jamás experimentado en el continente africano. La respuesta italiana –añadió Impagliazzo– es la movilización de estas grandes organizaciones de nuestra sociedad civil, que no olvidan “las crisis de los demás” y que hoy se unen a nosotros en un gran esfuerzo de ayuda internacional.
Lo que se ha visto esta mañana es al fin y al cabo una parte de aquella bella Italia, que une a agricultores, voluntarios, contribuyentes –a través de la asignación del 5 por mil–, técnicos, jubilados y muchos más. Todos juntos por una África nueva.
“Buscábamos un terreno en el que plantar nuestra voluntad de solidaridad –dijo para terminar Garbellini, en nombre de los numerosos ancianos a los que representa–, y hoy lo hemos encontrado: ¡es Sant’Egidio! |