Una numerosa muchedumbre violenta prendió fuego a cientos de casas de un pobre barrio cristiano de la periferia de Lahore.
No es la primera vez, por desgracia, que en Pakistán se producen hechos similares: en una agresión similar contra un barrio cristiano de Gojra en agosto de 2009 fueron asesinadas ocho personas durante un ataque incendiario. Muchas veces se alude a la acusación de blasfemia, que en realidad se utiliza para ocultar resentimientos personales o intereses económicos sobre tierras, casas y actividades de la minoría cristiana, especialmente pobre, indefensa y expuesta.
Los habitantes de la zona asaltada –un barrio cristiano del centro de Lahore– trabajan como empleados domésticos o como jornaleros agrícolas. Fueron advertidos de lo que iba a pasar justo a tiempo para huir.
Muchos huyeron descalzos y aterrorizados, y pusieron a salvo a muchos niños. Entre las casas destruidas, había una que una joven esposa había acabado de construir el día anterior. La joven, en vista de su boda, la había arreglado con paciencia, gastando en ella los ahorros de dos familias enteras: todo quedó reducido a cenizas, hasta el nuevo frigorífico, comprado con mucho esfuerzo y sacrificio, esencial en el tórrido calor de Lahore.
"Salimos sin zapatos, no cogimos nada de lo que teníamos en casa". Dice llorando una mujer a Sadia, la responsable de la Comunidad de Sant'Egidio, que se desplazó a la zona con un grupo de la Comunidad para llevar alimentos, agua potable y solidaridad. El escenario que tenían ante sus ojos es dramático.
"Había humo y cenizas por todas partes –continúa Sadia–, es difícil imaginar lo piadosa que es su situación. Necesitan de todo".
Los jóvenes de la Comunidad de Sant'Egidio de Lahore, al conocer la noticia de los incendios, decidieron inmediatamente cruzar la ciudad para llevar ayuda y consuelo a los cristianos de aquel barrio, a los niños hambrientos y asustados, a las mujeres ancianas que permanecían entre los escombros de las casas, sin palabras.
Repartieron alimentos y agua potable, y se pararon a escuchar el dolor y la angustia de aquellas personas por haberlo perdido todo, por no haber sido defendidos y por haberse convertido en objetivos sin saberlo de una violencia inaudita.
Hablaron con docenas de personas.
"A todos les dijimos: Estamos con vosotros, os llevamos en el corazón, sois nuestros hermanos y hermanas. No os dejaremos solos, en el mundo mucha gente reza por vosotros". No son solo palabras.
Una imagen de Jesús quemada
en el incendio de una casa de Lahore
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