El 1 de enero, XLVIII Jornada Mundial de la Paz, trajo a la basilica vaticana al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, a cuyos miembros el Papa dirigió un saludo y una glosa del lema de su mensaje, "No más esclavos, sino hermanos". "Todos -les aseguró Francisco- estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y religión, unamos nuestras fuerzas".
A la hora del ángelus, se habian congregado en la plaza de San Pedro varios miles de participantes en la tradicional Marcha por la Paz organizada por la Comunidad de Sant'Egidio, con su fundador, Andrea Riccardi, a la cabeza. Leyendo desde la ventana algunas de las pancartas, Bergoglio recalcó que la "paz siempre es posible". "Nuestra oración - añadió - está en la raiz de la paz. (...) La proximidad de Dios a nuestra existencia nos da la verdadera paz, el don divino que invocamos especialmente hoy".
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