MILÁN.- Canonizar juntos a dos papas es un hecho inédito . Su carácter extraordinario deja a la luz el mensaje. Ante todo, el papa Bergoglio reconoce la santidad de Juan XXIII y Juan Pablo II , tan populares entre los católicos, pero también fuera de la Iglesia. Además, la conjunción de esas dos figuras es un mensaje en sí mismo, por la conexión de ambos papas con el Concilio Vaticano II. Juan XXIII fue el padre del Concilio: lo convocó y presidió su primera sesión. Karol Wojtyla fue un obispo muy activo durante el Concilio y lo recibió en Cracovia de modo muy original. Coronado papa en 1978, se alineó detrás del Concilio y consideraba su pontificado como una asimilación creativa de aquél. Juan XXIII y Juan Pablo II aparecen entonces como "los santos papas del Concilio".
Por un lado, los lefebvrianos, que se oponen al proceso de beatificación de Wojtyla, habían argumentado que proclamar su santidad era consagrar "todas sus obras, incluidas las más escandalosas". Y sus obras eran fruto del Concilio: el ecumenismo, el espíritu de Asís, el diálogo con los judíos y las demás religiones, entre tantas otras cosas. Por otro lado, el motivo principal que ha llevado a Francisco a excusar a Juan XXIII del segundo milagro requerido para ser canonizado fue justamente el Concilio: "ése es su milagro", le habría dicho Bergoglio a un amigo.
En un libro de reciente publicación, Stefania Falasca ha reconstruido documentadamente las razones de la decisión de Bergoglio. El Concilio une a los dos papas y es el mensaje central de Francisco. Los dos papas santos se encontraron personalmente una única vez. Fue cuando los obispos polacos llegaron a Roma en 1962, para el Concilio, y fueron recibidos atentamente por Juan XXIII, que quería hacer olvidar la humillación infligida por Pío XII al primado Wyszynski, a quien juzgaba débil frente al régimen comunista.
Entre los obispos polacos que estrecharon la mano del viejo papa Roncalli estaba Wojtyla, entonces de 42 años. Juan XXIII fue amado por los polacos por su consideración para con Polonia.
Tras la muerte de Roncalli, su canonización fue propuesta en la segunda sesión del Concilio, justamente por un obispo polaco.
El proceso de beatificación de Juan XXIII avanzó lentamente después del Concilio, hasta que Juan Pablo II le dio un fuerte impulso, proclamándolo beato en 2000 junto a Pío IX, cuya causa, iniciada en 1907, era una batalla librada por los círculos más tradicionales, pero poco afín al resto de la Iglesia.
Tras la muerte de Wojtyla, se produjo un espontáneo reclamo popular para su beatificación con el grito de "¡santo ya!". Muchos cardenales reunidos para el cónclave de 2005 firmaron una petición de beatificación. Muchos católicos creían que se debía saltar el procedimiento, reconociendo la excepcionalidad del papa fallecido. Benedicto XVI no se dejó llevar por la emoción popular para evitar un proceso normal y únicamente concedió que no se esperasen los cinco años requeridos tras la muerte del candidato a la santidad. Así, Juan Pablo II fue beatificado en 2011, a seis años de su desaparición.
Ninguno de los dos papas se entregó al pesimismo ni se resignó a la realidad. Con esta canonización, el papa Bergoglio recoge ese legado de esperanza para enfrentar un tiempo que es distinto al de sus predecesores: la compleja globalización, que la Iglesia navega con tanto esfuerzo.
Traducción de Jaime Arrambide.
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