| 2011 10月 28 |
Asís, un espíritu ecuménico |
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Benedicto XVI vuelve hoy a Asís para una jornada de reflexión, dialogo y oración con los líderes del mundo y algunos exponentes laicos no creyentes. Ha querido personalmente esta peregrinación en memoria de una jornada histórica de 25 años atrás, que el mismo Pontífice ha definido una "puntual profecía".
En octubre de 1986, Juan Pablo II cumplió un gesto inédito: reunió en Asís a referentes cristianos, judíos, musulmanes y de las grandes religiones asiáticas. El momento era grave; era el tiempo de la Guerra Fría. Juan Pablo II afirmó: "Nunca como ahora en la historia de la humanidad ha devenido a todos evidente el lazo intrínseco entre una actitud auténticamente religiosa y el gran bien de la paz".
Fue una gran jornada de ayuno y de oración, y tuve la gracia en aquellos días de estar presente en Asís con la Comunidad de Sant'Egidio. Los miembros de las distintas religiones rezaron en lugares separados. Luego se encontraron y permanecieron juntos. Era un signo. Al final, el Papa Wojtyla afirmó que "las visiones de paz" de aquella jornada "libraban energías para un nuevo lenguaje de paz, para nuevos gestos de paz, gestos que quebrarán las cadenas fatales de las divisiones heredadas por la historia o engendradas por las modernas ideologías".
En 1989, por la fuerza desarmada de las convicciones, cayeron los graníticos regímenes comunistas. El Beato Juan Pablo II había intuido que "la fuerza débil" de los creyentes es una corriente profunda que pacifica y une. Y quiso que "el Espíritu de Asís" continuara. Los franciscanos han hecho mucho para testimoniarlo junto a la figura de San Francisco, tanto aquí, en la Argentina, como en el mundo.
Desde 1987, la Comunidad de Sant'Egidio ha tenido, año tras año, encuentros de oración y diálogo entre exponentes religiosos de distinto credo, a los que se han unido también laicos humanistas (de estos encuentros quiero recordar una nota escrita en este mismo diario por monseñor Justo Laguna, que asistió al encuentro de Aachen en 2003).
Ha madurado así un mutuo conocimiento entre gente muchas veces separada por prejuicios seculares. Juan Pablo II siempre ha enviado un mensaje: "Desde entonces, casi prolongando el «espíritu de Asís», se ha continuado con la organización de estas reuniones de oración y de común reflexión. Agradezco a la Comunidad de Sant'Egidio por el coraje y la audacia con que ha retomado "el espíritu de Asís", que año tras año ha hecho sentir su fuerza en diferentes ciudades del mundo".
Aquella era "una nueva manera de encontrarse entre creyentes de diferentes religiones: no en la mutua contraposición y menos aún en el mutuo desprecio, sino en la búsqueda de un constructivo diálogo [?], sin tolerar el relativismo ni el sincretismo [?] y siendo todos conscientes de que Dios es la fuente de la paz".
Esta era la visión del "Espíritu de Asís" para el Papa Wojtyla. Hoy ese espíritu ha devenido un camino concreto por la paz.
Comenta Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant'Egidio, que el año pasado, en un barrio de Abidjan, la capital de Costa de Marfil, se habían desatado choques entre cristianos y musulmanes por el ataque a una iglesia. Pero el párroco, el pastor y el imán pacificaron los ánimos de la gente en el nombre del "Espíritu de Asís".
Nuestro mundo contemporáneo -y dentro de él la sociedad argentina, donde gente distinta vive codo a codo- necesita que las personas aprendamos a vivir juntas. El "Espíritu de Asís" funda la paz y prepara la civilización del mañana: la del vivir juntos. Puede apagar las llamas de odio y de violencia que afectan a nuestras sociedades desorientadas. Este siglo XXI no debe olvidar el "Espíritu de Asís". Lo necesita. Es el mensaje de Benedicto XVI.
Marco Gallo
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