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2016 九月 22

Sed de paz en La Habana

 
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Atraviesan la Plaza en diagonal y se van ubicando en las sillas. La Plaza bulle, aunque es temprano todavía; al filo de las 7, todo estará listo y solo rondarán el espacio “ensillado” de la Plaza Catedral, algunos curiosos y turistas. Cae la tarde y el sol es un rectángulo de luz, surcando los viejos palacetes coloniales de esta parte de la ciudad. Comienza así, la clausura del evento Sed de Paz. Religiones y culturas en diálogo, mientras el cielo amarillado por las luces, deja ver las palomas del campanario de la Iglesia. 

 
Olor a flores y a gente endomingada. Radiantes y en júbilo, que ya sentados se preparan para compartir y celebrar la paz. En los alrededores, los músicos deCúmbele, una agrupación colombiana ganadora del Premio de la Multinacional Telesur por su tema Soy Colombia, dedicado a los acuerdos de paz entre su gobierno y las fuerzas de las FARC-EP, dejaba escapar los gorgoritos y afinaciones de su presentación inmediata. Todo se alista en la Plaza. Comienzan a atravesar la multitud de espectadores, los representantes de todas las religiones en Cuba.
 
Es la tercera vez que en el país se celebra esta actividad, en una tradición que desde 1986 tiene lugar en Asís, Italia, cuando el entonces Sumo Pontífice Juan Pablo II convocara a hombres y mujeres de religiones y culturas diferentes y a sus principales líderes mundiales, a unirse en favor de la paz y desde sus experiencias de fe, orar por la humanidad.
 
Pronto, comienzan las palabras de bienvenida. Hasta entonces cada uno pidió a Dios, a su forma y manera, por el fin de las guerras, por las migraciones ordenadas o por el fin del terrorismo. Reunidos en un mismo palco, ahora, ven llegar a su fin un evento que desde el 16 de septiembre, propuso el debate y el dialogo como arte de entendimiento interreligioso y cultural, auspiciado en la isla, por la Comunidad de Sant´Egidio.
 
“La paz es nuestra: es tarea y misión de las religiones”, se deja escuchar en la tribuna. Luego, los acordes de la música esperada y en un suspiro, casi precolombino, una mezcla de lamentos y esperanzas hechos canción, por la paz, por Colombia y por el mundo.
 
A mi lado, un aplauso. Casi un agradecimiento en sonidos, de otro colombiano presente en la velada. Luego todos los aplausos, a su tiempo, cerrando la canción. Después, un minuto de silencio por aquellos países que viven sin paz.
 
Cuando casi el rectángulo de luz, encima de la Plaza atenuaba, por tercera vez en Cuba se escuchaba el llamamiento de paz de La Habana. Cada representante de las religiones del mundo, transmitía el mensaje, simbólicamente y a través de los niños, a las naciones representadas por el cuerpo diplomático acreditado en la isla.
 
Termina la tarde y se encienden las luces de un candelabro que todos nombran, “de la paz”. La gente sale como transportada, con la encomienda de abrazarse. Llega la noche y entre las luces, aquellas que se llevan dentro, como presagios de una búsqueda, de una motivación compartida: la paz.