Un abrazo entre el obispo y su pueblo que duró todo el día. Así fue la entrada de monseñor Matteo Zuppi a la diócesis de Bolonia.
En la basílica de San Petronio, abarrotada de fieles boloñeses y de amigos de la Comunidad de Sant'Egidio de Roma, de las parroquias romanas de Santa Maria in Trastevere y de Torre Angela, el nuevo arzobispo dirigió un cariñoso saludo a la ciudad. "La Iglesia no es una fortaleza distante de la calle, sino que es una presencia cercana, me atreviría a decir, materna, que se une al camino, a veces duro, de muchos en estos tiempos de crisis y de miedo. Los nuevos desafíos nos piden a todos nosotros respuestas nuevas", dijo, y concluyó: "Empecemos por ellos, por los nuevos italianos (¡basta ya de llamar extranjeros a los compañeros de clase que crecen junto a nosotros!), por los que no tienen casa, por los que son víctimas de la tortura de la soledad, por quien se desespera en el mundo del desempleo, sobre todo los más jóvenes, por quien busca futuro y protección porque huye de la guerra, y cuyo sufrimiento conocéis bien. Empecemos por todos aquellos que duermen en un banco, para los que podemos encontrar la manera de darles las caricias que necesitan, como cantaba el poeta. Y en realidad, creo que todos las necesitamos, del mismo modo que todos necesitamos rogar a Dios. Que la Virgen de San Lucas nos proteja y nos ayude. A todos"
Se adjuntan los textos completos (en italiano) del saludo inicial y de la homilía
Al finalizar la celebración, tras haber cruzado la Puerta Santa de la catedral de San Pedro, Matteo dijo unas cariñosas palabras de agradecimiento a la Iglesia de Bolonia y por todos los que lo han acompañado a lo largo de su historia: su familia y la Comunidad de Sant'Egidio, de la que forma parte. "desde pequeño me ha enseñado a escuchar el Evangelio, a entenderlo en la historia –dijo– y creo que eso me ha llevado a amar a todos, a amar a todos" .
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