El domingo 8 de febrero, el papa Francisco visitó la parroquia de Pietralata, un barrio histórico de la periferia romana. Antes de llegar a la iglesia, pasó por un asentamiento de barracas, donde viven inmigrantes de América Latina, ucranianos y otros pobres, amigos de la Comunidad de Sant'Egidio, que va a visitarlos regularmente, les lleva alimentos, mantas y el calor de la amistad. La visita inesperada del Papa suscitó una alegría incontenible. Entre las barracas rezaron con el Padre nuestro en español, en un pequeño círculo, casi abrazados al Papa.
Más tarde, visitando la parroquia, el Papa se detuvo con todos: personas del barrio, niños, y también un grupo de personas sin casa que viven en los alrededores de la parroquia. También ellos son amigos de Sant'Egidio. Dos veces a la semana, en la zona de Pietralata y Tiburtina, grupos de la Comunidad llevan la cena a quien no tiene casa. Hay un servicio de duchas, y hacen la comida de Navidad desde hace algunos años. Cuando lo supo, el Papa dijo con una sonrisa: "También en el Vaticano desde el sábado se pueden utilizar las duchas e ir al barbero", y todos lo recibieron como una invitación.
El encuentro fue emocionante. Algunos de ellos se arrodillaron ante el papa Francisco, y le pidieron su perdón por la vida difícil que han llevado.
El encuentro fue emocionante. Algunos de ellos se arrodillaron ante el papa Francisco, y le pidieron su perdón por la vida difícil que han llevado.
Los ucranianos y los rusos pidieron oraciones y bendiciones para sus países. "Necesitamos de todo, no tenemos nada, pero pido la paz, se lo ruego, Santidad, bendiga a Ucrania", y los rusos que duermen en barracas con los ucranianos añadieron: "es posible convivir, nosotros lo hacemos".
El Papa les dijo: "Gracias por vuestra generosidad, por vuestra paciencia, gracias por no haber apagado la esperanza y también por el testimonio que dais, en la soledad, la cruz.
Muchas veces, la gente no sabe vuestro nombre, os llama "los sin techo", y vosotros lo soportáis... esa es vuestra cruz. Pero tenéis algo en vuestro corazón: el Espíritu Santo. Nosotros vemos el fuego, luego vemos las cenizas y pensamos que todo ha terminado, que ya no queda nada, pero si sopla un poco de viento, si hacemos un gesto sobre las cenizas, vuelve el fuego. Dentro de muchas cenizas de sufrimiento y de soledad está el fuego del Espíritu Santo, está el abrazo del amor de Dios.
¿Por qué permite el Señor esta Cruz?
Lo permitió con su hijo en primer lugar y Jesús me entiende y también yo os entiendo y en mi pobreza... con todo mi corazón estoy con vosotros, que el Padre, el Padre de todos nosotros, os bendiga".
Al terminar, tras haber bendecido a los pobres y a sus amigos, el papa Francisco pidió que rezaran por él.
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Esperando al papa Francisco |
Una vez terminada la visita, la emoción explotó en un gracias común. G., bañado en lágrimas, saludó diciendo: "En estos años muchas veces he llorado, por una vida dura y llena de dolor, pero me faltabais vosotros, los ángeles, para recordarme que también se puede llorar de alegría, y hoy mis lágrimas son de felicidad, es el día más hermoso de mi vida".
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