Malawi es uno de los países más pobres del mundo. Y los más pobres de los pobres son los ancianos. Allí donde todavía no existe un sistema público de bienestar, la prolongación de la vida es un fenómeno reciente y los ancianos a menudo están solos frente a las dificultades de la vida.
En este contexto social y cultural, la Comunidad de Sant’Egidio se hace portavoz de una nueva sensibilidad hacia los ancianos, a través de iniciativas culturales, como los cursos “Viva los ancianos”, o a través de gestos concretos de solidaridad.
En Mzuzu, capital de la región septentrional del país, la Comunidad de Sant’Egidio reconstruyó la casa de un anciano que vive solo en el barrio de Katoto. En la foto vemos cómo se reconstruía el techo.
En una zona pobrísima de Lilongwe, cuando los jóvenes de la Comunidad regalaron una silla de ruedas a un anciano discapacitado, todo el vecindario no solo se alegró sino que se contagió de aquel pequeño gesto de solidaridad, y muchos recogieron productos alimentarios y se los dieron a Khofi.
También en Blantyre la Comunidad encontró una casa para un anciano, Yohane Munga, que vivía en la calle. Esta vez no la construyeron sino que la alquilaron. Los jóvenes de la Comunidad se ocuparán de proporcionarle el sustento a Yohane, que además de la casa, ha encontrado una nueva familia.
Y también en Mupasa, un pueblo del distrito de Thyolo, en el extremo sur de Malawi, la Comunidad construyó una casa para un anciano que vivía en la calle. El señor Golden recibió la nueva casa el 4 de diciembre con una ceremonia oficial.
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