Caminando por las calles del centro de Bamako, la capital de Mali, es fácil ver a jóvenes, sobre todo a niños, que piden limosna cerca de los cruces o junto a las gasolineras. Cada día llegan de las zonas rurales que hay alrededor de la ciudad, y pasan el día en las calles de Bamako, en medio de un tráfico caótico y una contaminación del aire que alcanza niveles altísimos.
Son en su mayoría musulmanes, muchos de ellos son enviados a la ciudad por sus familias, pobres, con la esperanza de que la ciudad les pueda proporcionar algo de bienestar. Otros huyen de situaciones de orfandad, de marginación y violencia familiar. A menudo son acogidos por el Marabout (guía espiritual musulmán), que les enseña el Corán y les ofrece hospitalidad, pero para ayudar tienen que pedir limosna. Su edad es muy baja, entre los 6 y los 10 años. ![](/immagini/varie/comunita-sant-egidio-mali-settembre-2014-03.jpg)
En la calle los niños están expuestos a muchos peligros: la contaminación y los accidentes de tráfico, y sobre todo el peligro de entrar en contacto con drogas artesanales o de entrar en conflicto con bandas de jóvenes mayores y violentos que no dudan en utilizar navajas.
La amistad con la Comunidad de Sant'Egidio![](/immagini/varie/comunita-sant-egidio-mali-settembre-2014-04.jpg)
Desde hace un año la Comunidad de Sant'Egidio de Bamako vela por los niños de la calle, va a visitarlos por las calles donde pasan el día, los acoge en la casa de la Comunidad, donde pueden lavarse, recibir ropa limpia, jugar y sobre todo comer bien. Al inicio tenían miedo y se alejaban, pero la fidelidad de las visitas creó una confianza que pronto se transformó en una sólida alianza. Son niños frágiles para los cuales el nombre de Sant'Egidio ha empezado a ser sinónimo de protección y familia. Así empezaron a abrirse y a hablar de sus sueños: jugar como los demás niños, estudiar, aprender un oficio y tener una familia.
Son sueños que la Comunidad custodia y hace suyos, trabajando para que los niños de Mali tengan una infancia y un futuro mejores. |