El 4 de octubre de 1992, día de san Francisco, Mozambique recibía el regalo de la paz, tras 16 años de guerra civil, gracias a la firma del Acuerdo General de Paz firmado en Roma, gracias la mediación de la Comunidad de Sant'Egidio, que alojó las negociaciones durante 27 meses.
El aniversario de este año, el 22º, ha llegado en un periodo difícil para el mundo y después de muchas tensiones vividas en el país, que se prepara para las próximas elecciones presidenciales del 15 de octubre. Son muchas las guerras que ensangrientan el planeta y Mozambique acaba de salir de un periodo de crisis política y militar que ha provocado destrucción y muerte sobre todo en el centro del país. La Comunidad de Sant'Egidio ha continuado su trabajo a favor de la paz: a finales de agosto el encuentro de mons. Matteo Zuppi en la selva de Gorongosa con el líder de la Renamo fue decisivo para eliminar los obstáculos para la ratificación del acuerdo que finalmente puso fin a este periodo de nuevos enfrentamientos.
También este año las celebraciones del 4 de octubre se han preparado con conferencias y asambleas en las escuelas, en los barrios y en las universidades de varias ciudades del país, entre las que están Maputo, Beira, Pemba, Quelimane, Inhambane y Gurue. Estos encuentros han sido la ocasión para recordar a muchos, sobre todo a los más jóvenes, la historia del proceso que llevó a la paz en Mozambique y para destacar la importancia de un regalo recibido y que no se puede dilapidar. Durante estos actos Sant'Egidio ha publicado un mensaje, en el que recuerda que la Comunidad vive el trabajo por la paz como su carisma particular: "es un lugar donde se vive la paz, donde se escucha y se busca una respuesta a la necesidad de dignidad de los pobres, donde se cultiva el sueño de una sociedad más justa y más humana para todos". Y se han recordado las palabras del Papa a los jefes religiosos reunidos en Amberes hace un mes: "La guerra nunca es necesaria ni inevitable. Siempre se puede encontrar una alternativa: es el camino del diálogo, del encuentro y de la búsqueda sincera de la verdad".
La herencia de la paz es una bendición para Mozambique, y compromete a todos a defenderla y a no caer en la espiral de violencia de la que fácilmente uno termina siendo víctima.
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