| فبراير 14 2013 |
La comunidad de San Egidio pide más albergues para los sin techo |
Aumenta el número de comidas repartidas gratuitamente al día en Barcelona |
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«Nadie está en la calle porque quiere». Por eso, la comunidad de San Egidio, y en su nombre su responsable Jaume Castro, pidió ayer al Ayuntamiento de Barcelona que amplie el número de plazas en albergues para los sin techo y solicitó que se relajen las exigencias para acceder a estos centros para evitar que los indigentes huyan del servicio. «Es necesario aumentar los esfuerzos para responder a la realidad de la ciudad», señaló Castro, que presentó la novena edición de la guía «Dónde comer, dormir y ducharse», que pretende ser una «brújula» para aquellos que se ven abocados a vivir en la calle.
Y la realidad es que más de 1.600 personas necesitan de un hogar proporcionado por los servicios sociales, que en 2012 se sirvieron 2.110 comidas calientes al día en la ciudad –560 más que en el año anterior– y que se facilitaron 230 duchas diarias. La asistencia de todas las personas que lo necesitan es factible gracias a la labor del Ayuntamiento, fundaciones y comunidades como las de San Egidio que cada semana asisten a 250 personas y reparten al año más de 12.000 cenas, por poner un ejemplo. De hecho, la entidad ha constatado que en el último año se han multiplicado por dos las entidades que sirven comidas cada día, pasando de 7 a 14. Además, también ha proliferado las acciones de «solidaridad espontánea» que reparten en diferentes puntos de la ciudad cenas ambulantes.
Pero faltan techos para todas estas personas. Actualmente, sólo 847 encuentran una plaza para dormir a resguardo y con dignidad. Además, para la comunidad de San Egidio que la «operación frío» del Ayuntamiento –por la que se abren más plazas cuando los termómetros marcan 5 grados o menos– se limite a una cuestión de temperatura es insuficiente. Por su parte, el gerente del Área de Calidad de Vida de Barcelona, Ángel Miret, aseguró que tanto el presupuesto como los esfuerzos han aumentado y aumentarán, aunque se den disfunciones.
Ana Domingo Rakosnik
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