Comunità di S.Egidio

Los m�s ancianos


La ayuda para
quedarse en casa
Respeto por la autodeterminaci�n

Como intervenimos

Asistencia domiciliaria

Como intervenimos

Los gestos de la amistad

Vuelve a:
Los m�s ancianos
Solidaridad
Home page
Select language

preparado por 
Silvia Marangoni

 

LA ASSISTENCIA DOMICILIARIA
Como intervenimos

Caracter�sticas peculiares de la asistencia domiciliaria son la relaci�n personal, la gratuidad, la continuidad, la flexibilidad, el trabajo en equipo y la activaci�n de todos los recursos disponibles.


G�nova

La relaci�n personal:
La amistad, expresada como cercan�a, es la modalidad que ha permitido penetrar con profundidad en el mundo de los ancianos, no como una categor�a de "asistidos" sino como personas. relaci�n personal, madura, de mutua confianza es la premisa esencial de cualquier intervenci�n, ya que permite comprender a las personas en su individualidad, no como categor�a, sino como personas con su propia historia particular. En la amistad y en la relaci�n personal es posible el encuentro entre generaciones diferentes que a menudo se cree imposible o dif�cil.

La gratuidad: 
La gratuidad distingue esta amistad que no busca nunca la propia recompensa y que no tiene otra finalidad que el bien de los dem�s. Precisamente es la gratuidad la que genera un acercamiento sin prejuicios, fiel y paciente, que no busca un resultado inmediato o un contracambio. Permite no considerar en clave institucional las necesidades y no dar respuestas precodificadas, no personalizadas. 


Roma

La continuidad:
La presencia de la Comunidad de Sant'Egidio en el mundo de los ancianos se caracteriza, sobretodo, por la continuidad de la relaci�n con el anciano, que nunca es ''dado de alta". No son pocos los ancianos que conocemos y seguimos desde hace m�s de quince / veinte a�os. La relaci�n constante y continua entre los m�s j�venes y ancianos se ha convertido, de hecho, en elemento fundamental del servicio.

 Muy a menudo, en efecto, los ancianos experimentan en su vejez, con el agravamiento de las condiciones f�sicas, el paso de un servicio p�blico a otro y se ven obligados a cambiar referencias importantes en los momentos m�s cr�ticos. La continuidad es para los ancianos garant�a para vivir m�s tiempo. La perduraci�n de una amistad con los a�os se califica a menudo como el �nico indispensable punto de referencia en los momentos de crisis y dificultades.

La flexibilidad:
 La continuidad necesita adem�s la disponibilidad y la capacidad de modificar y de adaptar en el tiempo, con relaci�n al cambio de la situaci�n del anciano, nuestra ayuda. Esta flexibilidad nos permite responder �gilmente a las exigencias m�s diversas. Por ejemplo, nuestra presencia, en caso de necesidad, puede llegar a ser de 24 horas.

Trabajo de equipo:
Ning�n voluntariado, a�n viviendo una intensa relaci�n personal con el anciano, act�a solo. Existen momentos comunes que hacen posible que otras personas conozcan a los ancianos. Es natural, pues, la implicaci�n de muchas personas de la Comunidad en caso de necesidad.


G�nova

Activaci�n de todos los recursos
La interacci�n, la coordinaci�n de todas las fuerzas sociales, desde las institucionales a las informales, son momentos decisivos para permitir al anciano poder vivir hasta el final en su ambiente. As� puede contar con la ayuda de la propia familia pero tambi�n con algunos servicios que provean a necesidades particulares y con una red de relaciones ricas y variadas. En efecto, quien se relaciona con ancianos experimenta pronto lo dif�cil que es afrontar s�lo las necesidades de quien no es autosuficiente. Colaborar, coordinarse agrupando las diferentes aportaciones, crear una red de solidaridad y de protecci�n formada por los servicios p�blicos, el voluntariado, la familia, los vecinos, permite felices soluciones. Por otra parte es frecuente constatar como un anciano solo est� cada vez m�s solo: quien est� cerca de �l no se anima a intervenir por miedo a tener que asumir un gasto asistencial insostenible. Un anciano que tiene un amigo, que tiene un punto de referencia es un anciano que m�s f�cilmente recibe varios tipos de ayudas. Cuando empezamos a visitar a un anciano, con el tiempo vemos mejorar la calidad general de sus relaciones: los vecinos empiezan a estar disponibles para peque�os pero decisivos servicios, la familia se hace m�s cercana y menos ansiosa, etc. Se recrea un tejido humano alrededor de un anciano aislado: la gratuidad de una amistad es est�mulo y esperanza para muchos.