En Hungría, donde un muro de 175 km quiere parar la esperanza de mujeres, hombres y niños que huyen de la guerra y de la violencia terrorista, Sant'Egidio , con medios pobres pero con tenacidad, continúa representando un punto de referencia y de acogida.
Caminar con ellos, encontrarse con ellos, ofrecerles no solo bebidas calientes y alimentos nutritivos, sino también el calor de un abrazo ayuda a alejar el ruido de la guerra y el dolor de la hostilidad.
Por eso un grupo de las Comunidades de Sant'Egidio de Hungría ha ido a Bicske, una localidad no muy lejos de Budapest donde hay un centro para solicitantes de asilo por donde han pasado miles de refugiados y hoy alberga a 175 personas.
"Welcome, os queremos", "Eid Mubarak" (felicitación tradicional por la fiesta musulmana Eid al-Adha, es decir, la fiesta del Sacrificio): bastó poco para que estallara una alegría incontenible, subrayada por cantos y bailes de sus tierras.
Los días siguientes, representantes de la Comunidad de Roma, Brno, Budapest y Pécs fueron a Hegyeshalom-Nickelsdorf, en la frontera con Austria, y cruzaron a pie la frontera junto a ellos para simbolizar el lazo de fraternidad y el destino común.
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