Jóvenes de Nigeria, de Mali y de Pakistán alojados en algunas casas de la provincia de Padua, tras haber afrontado un largo viaje con la esperanza de un futuro y de una vida mejor en Europa. Ya hace tres meses que están aquí, han empezado a hablar italiano y sobre todo a degustar la amistad con los estudiantes universitarios de la Comunidad de Sant’Egidio desde que uno de ellos, Victor, cumplió 22 años, pocos días después de llegar aquí. Han celebrado otros cumpleaños y tienen otros deseos, como el de visitar Padua, entender y conocer la ciudad a la que han llegado.
Por eso organizamos una "excursión" al centro de Padua con parada en Prato della Valle, la segunda plaza más grande de Europa, donde no podía faltar probar uno de los mejores helados de la ciudad.
Luego en el "Santo", la Basílica de San Antonio, lugar de pereginación y de devoción en todo el mundo. Todos se reunieron en oración y escribieron sus intenciones personales para confiárselas a san Antonio, de quien vieron las reliquias y su antiguo vestido de fraile. Fue emocionante su oración, sobre todo, si pensamos que lo primero que nos pidieron el grupo de jovencísimos nigerianos, cristianos, fue que les lleváramos un rosario para rezar.
Explicarles a ellos la belleza de Padua nos ayuda a nosotros a redescubrir su historia y que recordar san Antonio, gracias al cual Padua es famosa en todo el mundo, ¡también era extranjero!
Una visita sencilla, un gesto de amistad que transmite cultura y nos recuerda que realmente vivir juntos es el secreto para un futuro de riqueza para todos.
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