Ayer se firmó en Roma el protocolo de acuerdo entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, el Ministerio de Interior, la Comunidad de Sant'Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y la Mesa Valdesa, referente a la apertura de canales humanitarios que permitan que los refugiados lleguen a Italia de manera legal y sobre todo segura, evitando así realizar los viajes de la muerte por el Mediterráneo.
Para entender mejor cómo funciona este proyecto hemos entrevistado a Daniela Pompei, responsable de los servicios a los emigrantes de la Comunidad de Sant'Egidio.
¿Qué es el proyecto de "Apertura de corredores humanitarios"?
Es un proyecto para que personas que están en una situación de vulnerabilidad y que son potenciales solicitantes de asilo en los países de tránsito limítrofes a países en guerra puedan entrar en Italia de manera legal. Los principales beneficiarios son sobre todo mujeres solas con niños, víctimas del tráfico de personas, ancianos, discapacitados o personas enfermas. Los países que actualmente participan en el proyecto son el Líbano, en el caso de refugiados sirios, y Marruecos tanto para refugiados sirios como para personas del África subsahariana. El proyecto consiste básicamente en hacer que entren con un visado regular. Concretamente, según lo previsto en el art. 25 del reglamento europeo de visados, se trata de un visado por motivos humanitarios, técnicamente, un VTL, un visado de territorialidad limitada, es decir, un visado para Italia, de modo que las personas que obtienen este visado solo pueden entrar en Italia. Una vez en nuestro país empieza el proceso de solicitud de asilo político, como hacen normalmente los refugiados que llegan a nuestras costas.
El objetivo principal de este proyecto es evitar el tráfico de seres humanos, evitar los muertos en el mar y demostrar que se pueden utilizar otros canales de entrada que no sean los viajes en barcas.
¿Cuáles son los actores que participan en el proyecto?
El protocolo de acuerdo para este proyecto lo suscriben el Ministerio italiano de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional (Dirección general de italianos en el exterior y políticas migratorias), el Ministerio del Interior, especialmente el departamento de libertades civiles e inmigración, la Comunidad de Sant'Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y la Mesa Valdesa. Por primera vez es un proyecto ecuménico en el que participan juntas la Iglesia católica y las Iglesias evangélicas. Lo financian de manera totalmente autónoma las asociaciones anteriores, de modo que la sociedad civil y la Iglesia asumen la responsabilidad de decir: "podemos contribuir, junto al Estado, a que entren personas de manera regular".
También hay actores con los que colaboramos en los países que hemos seleccionado, como la Comunidad Juan XXIII, que tiene a personal viviendo en un campo del Líbano. En estos países escucharemos a las personas que trabajan y viven en aquellas situaciones. Utilizaremos la colaboración de órganos y organizaciones institucionales, del Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, de embajadas, de órganos de los varios países, pero también utilizaremos actores no institucionales, como las Iglesias, la Iglesia católica, asociaciones y movimientos. Por ahora son mil, las personas que podrán entrar así. Nos preguntarán: "¿Cómo eligen a las personas?". Además de estos actores que utilizaremos, lo haremos nosotros mismos: habrá personas de la Comunidad de Sant'Egidio, de la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y de la Mesa Valdesa con misiones destacadas o de manera estable, que escucharán las distintas historias y seleccionarán los casos.
¿Cuántos serán los beneficiarios del proyecto en esta primera fase?
El proyecto prevé que durante 24 meses entren mil personas. Empezará de inmediato en Marruecos con 150 visados y en el Líbano con 250 visados, que se ampliarán hasta mil. Tras estos primeros 400 que llegarán a Italia habrá una evaluación y se valorará la apertura de una oficina también en Etiopía. Así pues, los países involucrados serán tres: entre finales de diciembre y enero se empezará con Líbano, y a finales de enero, en Marruecos.
¿Y la acogida en Italia?
La Comunidad de Sant'Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas y la Mesa Valdesa se ocuparán de la acogida, de encontrar lugares donde vivir, y de la asistencia económica, entre otras, durante el tiempo necesario para realizar los trámites de solicitud de asilo. Los fondos provienen del 8 por mil de la Mesa Valdés, del Estado, en parte de donaciones privadas y de la Comunidad de Sant'Egidio, también a través del 5 por mil.
¿Abrir los corredores humanos podrá tener efectos sobre la seguridad?
Todas las personas que entren recibirán un visado de las embajadas, y por tanto estarán controladas. La lista de personas que entren estará validada por el Ministerio del Interior, que autorizará la lista de nombres, y luego se harán todos los controles que normalmente se hacen para la concesión de visados. Por ejemplo, se les tomará las huellas dactilares antes de salir. Es un proyecto que también garantiza la seguridad.
¿Es un modelo replicable?
Es un proyecto piloto para demostrar que utilizando los instrumentos legislativos de los que ya dispone la Unión Europea sin tocar el sistema de asilo político se puede hacer que las personas entren regularmente. Así pues, es un proyecto replicable en otros países junto a la sociedad civil. Este verano tras la muerte de Aylan, el flujo ingente de refugiados sirios, iraquíes y afganos, en Europa se movilizaron muchísimas asociaciones y la sociedad civil. Esta es una oportunidad concreta de intervenir en este sector.
Abrir los corredores humanitarios demuestra que se pueden construir vías de entrada regulares sin que tengan que hacer los viajes de la muerte.
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