A pocos días de la Navidad, una delegación de la Comunidad de Sant'Egidio de Hungría ha vuelto a visitar a los refugiados acampados en la frontera que separa Serbia de la Unión Europea, cerca de las ciudades húngaras de Tompa y Röszke. En los últimos meses ha empeorado la situación: unas 120 personas, entre las que hay 35 niños, viven en lugares improvisados donde el termómetro baja hasta los seis grados bajo cero por la noche. Para empeorar la situación, ha aumentado el tiempo de espera para la entrada de los refugiados a la zona de tránsito que da acceso al territorio de la Unión: las autoridades húngaras han reducido el número de entradas diarias permitidas.
Cruzando la frontera en Tompa, en dirección a Serbia, ya no se ven las tiendas de plástico que vimos los meses pasados: la policía serbia ha desalojado el campo de refugiados, que ahora viven escondidos detrás de un edificio abandonado no muy lejos de la frontera.
Con la ayuda del personal de la ACNUR, el único organismo autorizado a acceder a la zona de tránsito entre Serbia y Hungría, la Comunidad de Sant'Egidio ha repartido a los refugiados leña para calentarse, junto con alimentos y regalos de Navidad para los niños. |