El domingo 3 de agosto la Comunidad de Sant'Egidio de Budapest celebró con una oración ecuménica el recuerdo del Porrajmos, el holocausto de los gitanos durante la Segunda Guerra Mundial, recordando también el asesinato de una mujer gitana que tuvo lugar hace 5 años en Kisléta, en Hungría.
La oración estuvo presidida por el obispo auxiliar de Budapest-Esztergom, János Székely, responsable de la pastoral de los gitanos.
La noche del 2 al 3 de agosto de 2009, Mária Balogh fue asesinada en su casa de Kisléta mientras dormía. Su hija de 13 años fue gravemente herida. Es el último de una serie de atentados en Hungría que en los últimos años ha llevado a la muerte de 6 personas, todas de etnia rom.
La misma noche de hace 70 años, en 1944, en el campo de Auschwitz-Birkenau fueron asesinadas casi 3.000 personas entre rom y sinti.
Junto al obispo estaban también Zoltán Balog, pastor de la Iglesia reformada (actualmente ministro de recursos humanos del Gobierno húngaro), Lászlo Deák, pastor luterano, Aaron Stevens, pastor de la Iglesia presbiteriana escocesa de Hungría y P. Szabolcs Sajgó, jesuita.
También había numerosas autoridades, entre las que destacan Lászlo Sólyom, ex presidente de Hungría, el secretario de Estado de Asuntos Sociales, Károl Czibere, y el teniente de alcalde de Budapest, Tamás Szentes.
También participaron en la oración algunos familiares de las víctimas de 2009.
Un momento emocionante fue la lectura de un escrito de Éva Fahidi, mujer judía que fue testigo en Auschwitz-Birkenau de la aniquilación del lager de los gitanos: "Desde aquella noche me atormenta la idea, el dolor de saber que dentro de algunos minutos moriremos. Y una tortura aún peor es saber que tu hijo será asesinado ante tus ojos. El lager de los gitanos estaba lleno de niños".
Péter Szőke, responsable de la Comunidad en Hungría, en sus palabras a los presentes, destacó que ante la pregunta de "¿Dónde estaba el hombre en Auschwitz-Birkenau, en Kisléta y en los otros lugares de aquellos crímenes?", el hombre de fe nunca se ve impotente, porque tiene siempre en sus manos el arma de la oración, el arma más potente de todas.
El obispo Székely habló de muchas historias vergonzosas cuando en 1944-45 fueron asesinados los gitanos de manera inhumana. Ellos, en su sufrimiento, se hicieron semejantes a Cristo. "Oremos por ellos, para que sean también semejantes a Cristo en la resurrección", dijo, y pidió perdón por los pecados cometidos por cristianos contra judíos y gitanos.
Durante las oraciones el pastor presbiteriano Stevens pidió la paz para Siria, Tierra Santa, Irak, Ucrania y para los cristianos perseguidos.
Tras leer las historias de las víctimas de los asesinatos de 2008-2009, los numerosos fieles presentes encendieron velas en memoria de las víctimas. |