Ancianos, extranjeros, vagabundos, olvidados, ciudadanos con dificultades y sin techo, niños de la calle, solitarios, enfermos de sida y psíquicos, discapacitados, pobres se sientan el 25 de diciembre de cada año en torno a lamesa de la comida de Navidad convocados por la Comunitat de Sant'Egidio. También acude gente corriente que busca el sentido profundo de Navidad, más allá de tópicos vacíos. Unos setecientos comensales se han reunido este año, en Barcelona, en la basílica de los Sants Màrtirs Just i Pastor.
Ha habido comidas navideñas similares en unas setenta ciudades de todo el mundo. Roma, Mozambique, Yakarta, Cochabamba, Maputo, Moscú, Nairobi, Manresa, Tarragona... Es ya una tradición de la Comunitat de Sant'Egidio que nació en Roma, en la basílica de Santa Maria in Trastevere.
Estos encuentros no son un hecho esporádico de un día al año. Se fomentan y entrecruzan lazos de cordialidad, comprensión, amistad y solidaridad entre comensales y voluntarios. Cada comensal tiene su nombre y su historia que quedan cordialmente grabados en el alma y en la actuación de la Comunitat de Sant'Egidio. El encuentro de la Navidad de este 2009 coincide con el 40 aniversario de su fundación.
Sentar en la mesa gente tan diversa, de diferentes edades, procedencias, religiones y culturas... es una manera humana y original de cultivar el arte de la convivencia tan necesaria en la sociedad del siglo XXI.
Para las gentes de la Comunitat de Sant'Egidio, este planteamiento sintoniza con la figura de Jesús, su espíritu, su mensaje y su actuación. Jesús nace en la periferia del imperio dominante, en la marginalidad social y religiosa, a la intemperie, lejos de los palacios del poder político y del dinero. Así fue, así es, según la más sólida tradición evangélica sin edulcorar ni tergiversar. Por todo ello, según la Comunitat de Sant'Egidio, Navidad asume el dolor y la nostalgia para transformarla en la fiesta de la humanidad, la libertad, la solidaridad, el gozo y la esperanza.
Oriol Domingo
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